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Planificación energética y energías renovables en el Perú

Elaborado por: Marianella Crispin Cunya, PhD.

Elaborado por: Henry García Bustamante, Mg.

La planificación energética, realizada de manera eficiente y oportuna, permitirá al Estado atender las necesidades de muchas personas en zonas vulnerables del país que, en algunos casos, ni siquiera tienen acceso a opciones básicas como la energía eléctrica. 

La planificación energética consiste en establecer una hoja de ruta sobre la evolución del sector energía y cuáles son las políticas a mediano y largo plazo que deben implementarse para el abastecimiento eficiente de la demanda futura, dentro de un marco de desarrollo sostenible y armónico del sector. Para ello, se construyen escenarios de oferta y demanda energética bajo diferentes supuestos y en base al análisis multisectorial. 

Planificar debería ayudarnos a responder preguntas como ¿Cuánta inversión requerirá el sector en las próximas décadas? ¿Cuántas centrales nuevas de generación energética se necesitarán por cada tipo de tecnología? ¿Cuándo será necesario implementarlas y dónde? ¿Cuánto se requiere invertir en actividades de exploración y explotación de nuestras reservas de gas y crudo durante las siguientes décadas? ¿Cuantos kilómetros de líneas de transmisión o redes de transporte de líquidos y gas deberían instalarse en el futuro para acompañar el crecimiento del sector?

Consecuencias de la falta de planificación

La falta de planificación nos expone a sufrir apagones, que han sido constantes en el pasado, congestión de los sistemas de transmisión y desabastecimiento a potenciales clientes por falta de capacidad en los ductos de gas. También nos conducirá al desabastecimiento de GLP cada vez que se registren oleajes anómalos en el puerto del Callao y un retraso en el proceso de gasificación de las ciudades importantes del país que no podrá recuperarse en décadas. Este último problema es grave, ya que implica un gran desabastecimiento térmico a miles de familias que viven en zonas altoandinas y que, por lo tanto, se encuentran expuestas a heladas. Otra consecuencia es que nos obligará al abastecimiento de la demanda en Iquitos a través de una central térmica a diésel en medio de un inmenso ecosistema que provee de otro tipo de recursos energéticos más sostenibles. 

El costo de no planificar de manera oportuna y coordinada representa un costo mucho mayor para nuestra sociedad que el de tomar decisiones oportunas y prever la instalación de la infraestructura que requiere el sector para mantenerse operativo, como fruto de la planificación. Un ejemplo de ello se muestra en la tabla 1, que revela los resultados del plan de uso racional de la energía a mediano y largo plazo que se ejecutó en el Perú en 2009. Este plan muestra que el costo de implementar medidas de eficiencia en el sector eléctrico, como sustituir motores o luminarias, es mucho menor que el de instalar centrales nuevas de generación para cubrir una cantidad de energía equivalente a la ahorrada. Es un claro ejemplo de la importancia de planificar.

Tabla 1. Ventajas de la Planificación Energética

Es importante precisar que la planificación energética integral no constituye la solución a todos los problemas del sector. No hay sistema que garantice que no tendrán eventos que afecten el abastecimiento. No obstante, la planificación robustece nuestro sistema, lo vuelve más fiable y, por lo tanto, más seguro.

La hoja de ruta que necesitamos

Es necesario que el Gobierno establezca una hoja de ruta a través de un plan energético que transparente sus legítimas aspiraciones de implementar las políticas que, en su declaración de intenciones como parte de su campaña, le permitieron ser elegido. No obstante, lo difícil de verdad es sustentar cómo se espera cumplir esas metas y estimar el presupuesto requerido para alcanzarlo. Además, es importante determinar si la forma como se pretende alcanzarlas responde a un escenario donde los costos de inversión están optimizados o si resultarán en todo lo contrario. 

Alcanzar solo determinadas metas no basta, el camino a seguir es muy importante. Somos un país con recursos limitados y múltiples necesidades, sin el presupuesto suficiente para atenderlas todas a la vez. El Estado debe decidir en qué actividades invertir y asumir su rol subsidiario. Para el resto de actividades se buscará atraer inversiones del sector privado, como gran colaborador, en la tarea de mejorar el acceso a los servicios energéticos de la población.

Llegados a este punto, es clave contar con el soporte de la planificación energética. ¿Es posible para un Estado con recursos limitados atender con fondos públicos las principales demandas energéticas del país dentro su rol subsidiario? Es imposible. Las necesidades son tan grandes en todos los sectores que su atención requiere el esfuerzo conjunto de los sectores público y privado, con la consideración de que el privado solo comprometerá su inversión donde encuentre mercado y le resulte más rentable. 

Por lo tanto, los principales mercados siempre tendrán al sector privado tocándole las puertas al Gobierno para establecer reglas de juego que le aseguren una rentabilidad mínima, mientras que, en los mercados menos atractivos, esta dependerá de que el Estado provea los servicios, aunque no siempre con la calidad y en el momento que se necesiten. Estas son consecuencias propias de un país con una burocracia muy enquistada y con limitaciones en las coberturas.

Planificación energética consciente

Si buscamos promover el empleo de las energías renovables para contribuir a la sostenibilidad del sector y aprovechar las ventajas competitivas que tenemos por la diversidad de fuentes que disponemos, es indispensable apoyarnos en la planificación energética. Ello involucra tener presente que, si bien el uso de las fuentes renovables tiene un propósito claro, las energías renovables constituyen alternativas de abastecimiento que compiten con otras que pueden tener un mayor impacto ambiental, pero un costo de inversión mucho menor. Esa diferencia en el gasto en capital (Capex, por sus siglas en inglés), aunque el gasto operativo (OPEX, por sus siglas en inglés) sea menor, cuenta en un país con recursos limitados.

En la tabla 2, se aprecia que, si bien es favorable para el medioambiente usar energía solar fotovoltaica en los sistemas de electrificación rural, la configuración de los que implementó el Estado aún dista mucho de proveer la energía que se dispone de la red eléctrica convencional. Para ello, se coloca como parámetro un rango que define la tarifa domiciliaria (100 kilovatios hora por mes). Es un problema de costos de inversión no tecnológicos, ya que estos sistemas son completamente modulares. 

Tabla 2: Evaluación del sistema fotovoltaico doméstico frente al rango tarifario de 100 kwhr/mes

Si queremos profundizar en el rol de las energías renovables en el abastecimiento de la demanda, primero debemos plantearnos el rol que le compete al Estado. Hay que tener claro en qué tipo de aplicaciones debe cumplir un rol normativo y promotor, como los vehículos eléctricos, la generación distribuida, el aumento de la cuota de participación de los recursos energéticos renovables (RER) en el Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN), la puesta en valor del potencial geotérmico y de biomasa existente, y el desarrollo del hub del hidrógeno verde, gracias a la ventaja competitiva que nos da los altísimos niveles de radiación solar en la sierra sur del país.

En todos estos estos casos, el rol del estado debe ser subsidiario. Por ejemplo, se debe ampliar la electrificación rural usando los RER, reducir la brecha de abastecimiento térmico mediante redes de calor o frío en localidades con climas extremos como Cerro de Pasco, Huancavelica, Juliaca, Puno y Tumbes. ¿Podemos realizar este análisis sin un ejercicio concienzudo de planificacion energetica? Es posible, aunque muchas veces nos hallemos en un plan de bomberos y expuestos a los intereses de los lobbies. Es imposible realizar el proceso de manera eficiente y con una optimización de los recursos, sin planificación de por medio.

Beneficios de una buena planificación
La planificación nos permite disponer de información clave para tomar de decisiones acertadas y oportunas, y situarnos en diversos escenarios para prever las condiciones más críticas y ventajosas que podría atravesar el sector. Nos lleva a identificar los recursos energéticos que tenemos y la infraestructura actual y futura que requerimos, además de gestionar mejor nuestros recursos energéticos, renovables y convencionales, que, por supuesto, nos generan valor. Es el caso específico del gas natural, el petróleo crudo, el carbón mineral, la hidroenergía, etc.

Planificar nos permite identificar alternativas optimas de abastecimiento y compararlas con otras que tienen un camino distinto. También ayuda a estimar los presupuestos requeridos, pero tomando en cuenta cuánto pertenecerá al sector público y cuánto al privado, además de programar los desembolsos en una escala de tiempo.

Por último, la planificación integrada facilita relacionar los diferentes componentes de la cadena energética que corresponde a la oferta y la demanda. Por ejemplo, permite prever un abastecimiento a largo plazo donde sigamos con un predominio del abastecimiento hidrotérmico nos obliga a analizar las inversiones no solo en nueva capacidad de generación eléctrica, sino también en actividades de exploración para mantener o incrementar nuestras reservas de hidrocarburos, además de la puesta en valor de nuevas concesiones para proyectos hídricos y el fortalecimiento del sistema de transmisión y distribución de redes de gas natural asociadas.

¿Planificar bajo un sombrero verde nos daría la solución óptima? Definitivamente, no. Nuestros recursos convencionales también tienen un gran valor. ¿Planificar bajo un sombrero netamente convencional nos daría la solución óptima? Tampoco, porque los RER, como la energía solar fotovoltaica y la eólica, son competitivas, pero no garantizan aun potencia firme (habrá que evaluar si integradas con banco de baterías, en unos años brindan opciones competitivas a futuro), sino que, en algunos casos, es la única opción para abastecer la demanda (casos de los sistemas fotovoltaicos domiciliarios).

Por lo tanto, la planificación debería realizarse sin sesgos de ningún tipo y considerando todos nuestros recursos energéticos, sean verdes o no, y priorizando el servicio eficiente al usuario final. La ausencia de la planificación originará alternativas de abastecimiento ineficientes, costosas e insostenibles en el tiempo. El mejor ejemplo es el caso de la central térmica de Iquitos.

Por lo tanto, ¿en qué deberíamos priorizar la inversión como estado en el esfuerzo de apoyar la penetración de las fuentes renovables en el Perú? Si identificamos las necesidades que dependen del rol del Estado, podríamos enumerar algunas de ellos:

  • Ampliar el acceso al uso de la electricidad a la población que aún no dispone de ella en zonas rurales y urbanas (753 255 viviendas).
  • Incrementar el acceso a los usuarios que tienen acceso a servicios de electricidad sumamente limitados (alrededor de 250 000 viviendas).
  • Mejora de condiciones de confort térmico en viviendas altoandinas afectadas por las heladas (aproximadamente 50 000 viviendas). Para ello, se muestra la tabla 3.

Solo en estos tres rubros, todos vinculados al ámbito rural, la inversión requerida total es USD 942 miles de millones.

Tabla 3: Brecha de energía térmica en sistemas rurales

Como conclusión, la ventaja de una planificación exitosa no dependerá del sombrero que nos pongamos, sino de la apertura, la coordinación y el involucramiento con los diferentes agentes de la cadena para fortalecer al sector, con la mirada siempre puesta en el usuario que, al final, somos todos nosotros. Necesitamos planificar con urgencia para lograr una mejor toma de decisiones. De seguro, una planificación verde sería muy cool, pero el país requiere que este proceso presente algún tinte negro también.

¿Por dónde deberíamos empezar a planificar de manera estratégica? Déjanos tu opinión.


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